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Poemas de vertedero

by David San Martín

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1.
Vivo distorsionado pero tranquilo. Todo tiembla, y por eso no caigo, sólo me agito. Vivo en el tambaleo, me relajo en el balance. Fluye el caos y lo irremediable, ya no siento irresoluble lo que nunca fue un problema, sino simplemente un entorno. La explosión es lenta y así, acogedora. Viajar a los cuatro puntos cardinales en tres dimensiones simultáneamente. Las manos nos huelen a cebolla en recitales de poesía. Todo empieza en el primer café de la mañana, toda las historias, todos los paisajes, todas las batallas. Vivo en un mundo de apartamentos ardiendo con sus ventanas abiertas bajo el temporal de nieve. Apartamentos de papel cuyos inquilinos encienden hogueras entre alaridos de gozo y muerte. Un mundo donde vivimos a saltos sobre trincheras repetidas en bucle. Me sigue sorprendiendo y desesperando la enésima mala interpretación del mito de Sísifo. Me hiere y trae un temblar cruel y absurdo, babeante, malvado, a este mundo ya frío. Cuando no tienes jubilación no es tan horrible la idea de morir antes de jubilarse. No hay nada ahí fuera que nos desborde pues ya no nos habitamos. En el espejo de la conversación seguimos estando solos. Vivimos en un mundo donde las miradas han pasado a ser agresiones y provocación; en esta acuarela decido darte lo tuyo porque mío ya no es nada. Si el trabajo es lo que somos, somos mierda fungible y arrastrada. Lo que nos hace mundo y lo que nos hace hecho también es lo que nos desmiga. Por donde solía pasear al sol, ahora yace la sombra oscura de nuevos edificios sin alma en una ciudad que supura pus por sus doscientas mil viviendas vacías. Y esto es así sin dobleces: se me acelera el pulso, la ansiedad por las nubes rodeado de autovías, rodeado de esta belleza depredadora que nos conforma y nos cierra al vacío. Donde tu escuchas alegre griterío adolescente yo percibo un eco de alarido y linchamiento. Los aterradores rumores de una noche de jueves cuando el invierno se acerca tras el bramido de la urbe. Más allá de las radiales vivo distorsionado pero tranquilo. Más allá de las radiales todo tiembla, y por eso no caigo, sólo me agito.
2.
Me salgo corriendo fuera del calendario y pierdo el ritmo de todas las canciones de esta época, porque adoro la música de otras décadas. Sólo miro el whatsapp si me aburro en el trabajo y no hay ratas a la vista.
 Crecí en los ochenta y decido vivir como entonces: abandono estos días donde todo cambia para que nada cambie. Comparto un mismo problema con las gaviotas: se enfrentan sin remedio al viento en lucha diagonal con el horizonte; pero ellas no saben que el horizonte ha muerto.
 Yo lo asumí hace tiempo así que reconozco que mis pasos no dejan huella en estos días. No la dejan. Días en los que volverías a la cama nada más salir de la cama.
 Días en los que miras el cielo cayendo, miras el mundo avalanzado sobre la negrura
 sin que nadie alce un dedo porque la voz ya la vendimos. 
De la calle llegan rebuznos de niñatos quemando bancos a patadas con las papeleras a patadas con la vida a puñetazos con su futuro en un presente que envuelve con lazos la mierda. Y cuando cruzo el umbral me rodeo de gente que insiste en oler a perfume a más de veinte metros, pero que al hablar no pueden evitar que las tripas les apesten a ceniza pues queman sus horas sin saber porqué pagándose a precio de oro, sin saber por qué, un cáncer a plazos.. Sin saber por qué las flechas de los ánades anuncian la primavera entre nubes de autopista y lágrimas de invierno. Con juicio sarcástico mientras sudo en las barras me controla una tórtola desde las ramas. Me salgo corriendo fuera del calendario y pierdo el ritmo de todas las canciones de esta época, porque adoro la música de otras décadas.
3.
Abolir el trabajo y levitar como un dios, y no vender un libro porque no estamos en la poesía para hacer amigos. Intentas lucir tu individualidad en el atasco colectivo que dos veces al día te roba el aire. Vomitar monedas como gesto de los tiempos. Madrid como una legaña en la conjuntivitis de las autovías y los polígonos como orzuelos, molestos en las nubes y su espejo. El dinero como el sexo es miserable por sucio e inevitable. Ningún corrector de texto consigue arreglar su discurso torcido. En los círculos de las palabras giramos como libélulas en charcos, como polillas acosando farolas, como fuegos fatuos condenados a la lluvia. Mientras hablamos creemos encontrarnos; en realidad nos perdemos en pasillos, desorientados en laberintos que no llevan a parte alguna, sin objeto; corredores anudados que nadie puede resolver, que nadie quiere derribar. Así nos construimos entre paredes de humo y muros cubiertos de espejos, entre voces y sus ecos en la distancia. Toleramos lo intolerable porque al final del día nadie quiere dormir solo. Todos quiere pisar a alguien, nada es lo que parece, todo se cierra en falso y sólo queda el silencio y este vacío perdido en horizontes sin descanso. Por las noches desde la bici el mundo es en blanco y negro: al anochecer el mundo gana resolución y grano. En la madrugada las sombras son grietas y a cada pedalada el universo se expande, aunque Brooklyn no lo haga, ni tampoco tu sonrisa, que desborda su caries de decadente tristeza en instagram. Aquí abajo todos flotamos antes de hundirnos. Abolir el trabajo para comenzar a levitar.
4.
Sin tele ni videojuegos acabo confuso y aturdido como Pessoa, haciendo ruido agarrado a una pluma para no prestar atención al mundo.
 Sólo la quinta columna del capitalismo ha conseguido sacarme de la calle, y este dolor es tan poético que lo abrazo entre carcajadas. He salido a explorar grietas, practicar espeleología en el vapor que ofusca a la atmósfera. No sé cuándo volveré pero sí qué me llevo pegado a la memoria; sí conozco el grosor de mi piel donde las quemaduras florecen. 
Quedaos en el muladar que veis como jardín.
 Yo asumo que el ser humano es esa criatura estúpida que llama libertad a fumar y a encerrarse en carriles bici.
 Asumo vuestra ansia por despeñaros y maquillaros con cuchillas.
 Se acabó mi tiempo en vuestras venas.
 Invierto los posos de mi cuenta bancaria en un telescopio que levante distancias. Abro galerías cegadas por el dueño de la mina y descubro allí todas las respuestas que le arañan. Lástima ser tan joven, lástima ser tan viejo y estar en medio de esta derrota constante, haciendo equilibrios en un balancín oxidado que alguien celoso dejó varado en tierra.
 Ya no salgo a jugar al parque por miedo a pincharme con una chuta de las que pintan al óleo las hambres y las nadas de nuestros días sin nombre. Para qué dar machetazos en la selva cuando la procesión se arrastra en el fango intoxicada de cielo que nunca está al alcance de los besos y las manos.
 En las alcantarillas resiste la última verdad, y entre vapores y miasmas florece una luz.
 Confuso y aturdido, detrás de mil lentes acoto a diario el radio del estallido, el calibre de las grietas de las ciudades y el perímetro roto de sus gentes.
5.
Remueves la sopa del Ritz y pensas que así alimentas al mundo: ese es tu papel tras gritar absurdo, artista subterráneo de la nada. Se acerca la primavera porque no paro de decir gilipolleces que brillan como supernovas. No me importa quemar todos los puentes pues no llevan más que a vertederos. Ando de perfil por las cloacas del milenio, en las que hacerse una paja ha pasado a ser algo transformador, disidente y diverso. Hablo solo, -enervándome- con los videojuegos y aún así me siento más cerca del mundo y su verdad que en tu compañía. Le pido a Arguiñano que me libere de mi cerebro torcido en estos días de mal correr porque mi boca no descansa. En todo momento evito alimentar a mis enemigos. Tu abres fuego, yo cierro el agua porque la cisterna no tira. Para qué seguir haciendo música después del Copper Blue. Para qué asaltar el asfalto cuando el verano funde el alquitrán. Para qué tantos porqués que sólo nutren nuestra anemia. En mi boca y sus dientes de desierto erosionado la poesía rota y grave . Escupo agujas escapando de agujeros donde se pone precio a la poesía, porque el cielo es gratuito y mi voz no tintinea en bolsillos, porque en la voz que se quiebra hallamos la raíz de todos los fosos donde el futuro se hunde. Imposible el paso firme en areneros que tiemblan bajo el asfalto fugaz, donde las yemas de los dedos se erosionan en el vacío lunar de la herramienta.
6.
Me excito emocionado en la locura del insomne. Cada línea que le gano al papel es un minuto de sueño robado a la noche. He elegido escupir sin argumentos. He elegido escupir por ser un acto perfecto y terminado. Me pides que arregle mis líneas, que revise las figuras y encaje los ritmos, tú que no tocas mis páginas. He elegido escupir.

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Si en 20-30 años esto no se empieza a arreglar, organización de masas proletarias mediante, nos vamos a la mierda cósmica.

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released February 2, 2020

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David San Martín Madrid, Spain

Pongo bases a cosas que escribo y que a lo mejor son poesías. Lo hago a toda leche y sin cuidado, porque mi poesía (?) es punk.
Le robo ideas a Natalia y su mala uva.
Tiro de soundtrap y looplabs.
En mi ansia por pasar a otra cosa no corrijo lo suficiente.
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