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El destierro

by David San Martín

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1.
Yo soy sólo otro lamentable hijo de mi tiempo producto de mi época y como buen producto nada díscolo me consumen las pasiones de estos días desde las que entiendo el mundo. A veces tengo la certeza de habitar una era donde son los afrancesados quienes gritan "Vivan las caenas", porque no se podía hacer nada y no se podía saber entonces, porque las cosas fueron despojadas de sus nombres. Donde había un cine, hay un teléfono. Donde había una librería, hay un teléfono. Donde había una asamblea, hay un teléfono. Donde había un concierto, hay un teléfono. El activismo de este milenio es aterrador como un anuncio de cereales en el que la gente sonríe mientras se marchita en un mar de polímeros. Me he equivocado en tantos lunes de asfalto... tanto como me equivocaba al llamar “militantes” a simples drogatas cargados de chapas, camis y banderas de luchas parciales que perdían su peso entre litronas y caladas. He caminado con corvas rotas haciendo dolorosos equilibrios en esta línea fina como el filo de una navaja entre la experiencia y los prejuicios. Donde había un cine, hay un teléfono. Donde había una librería, hay un teléfono. Donde había una asamblea, hay un teléfono. Donde había un concierto, hay un teléfono. Sólo al amanecer me olvido de que amanece, de que amanece aquí, con el eco de una sábana y la garantía de una respiración dulce aunque cargada de malos sueños. En la rutina cotidiana de la venta de los cuerpos, veo a mis antiguos compañeros de escuela, los veo con arrugas y con ojeras siempre corriendo detrás de un hijo, siempre el gesto gastado por una hipoteca. Si alguna vez no lo tengo claro, siempre del lado de un sindicato. Tú tantos piropos y yo tantos silencios. Algo absoluto es algo perfecto, así que la muerte es sin falla ni reproche. Dormir poco y tener mucha energía para mandar a la mierda este mundo podrido.
2.
En verano, los pies negros y las noches de plomo fundido. Un verano de hormigas en el teclado. Cuanto menos curro, menos ganas tengo y mejor persona soy. Celebro mi no hacer, me revuelco en mi pereza: la lavadora: que la follen; la comida: que la follen; la compra: que la follen; yo sólo quiero hacer canciones mientras el mundo me folla y se limpia en mis lágrimas. No tengo cabida en los circuitos comerciales y han puesto precio a mi cabeza en los anticomerciales. Logro superado. A por el siguiente de la lista, porque me alimento de contradicciones ajenas. Qué me importan sus gargajos si hablando de diversidad las fracturas se multiplican y todo se derrumba sobre nosotros de muy diversas formas, de formas muy diversas El capital ríe sobre los escombros en su uniformidad genocida: su caballo de Troya le ahorra el trabajo de hacernos polvo. Alucinante cómo la agenda de un multimillonario anticomunista es compartida por la actual izquierda alternativilla y sus aliados en la socialdemocracia parlamentaria. Se está cayendo el mundo tal y como como lo conocíamos; ya nada es lo que era y no lo asimilamos. Ay, cuánto miedo y cuánto cambio; ay, qué mal cuerpo asintomático. Salir a la calle a correr a las seis de la mañana y recibir al momento de abrir la puerta una vaharada de diesel y nicotina. Sales a correr al alba y la primera persona que te cruzas te deja aturdida con su excesiva fragancia a cremas, perfume y tabaco mientras trota a punto de perder el autobús para ir a trabajar. Cinco puntos de derrota de la condición humana y no llevas ni diez segundos en la calle: a no ser que la derrota sea nuestra condición y nadar en el fango nuestro objetivo. A veces pierdo toda esperanza y al girar la cabeza con tristeza veo mis guitarras apoyadas en un rincón, desinteresadas y a la espera; sé entonces que a veces, siquiera durante unos minutos todo tiene sentido.
3.
Al caer la noche nos duele el día. Con sus ojos de fósforo y plutonio el día radiografía nuestro aliento roto, las lágrimas en el adn y su hambre fría. Despacio, como camino del cadalso tomamos el metro y tapiamos nuestras bocas, las suelas rotas de un millón de zapatos atruenan en los pasillos y su silencio cómplice de baldosa. Cada día es un por favor sumiso y sucio, cada día es un hilo de voz sobre la herrumbre de máquinas crueles que germinan en la dermis y riegan de grasa nuestro hogar sin techumbre. Hace tiempo decidimos este horario de garrote vil, dejamos a un lado los senderos abiertos para habitar las cloacas y levantar cementerios en los que perseguimos espejismos de alamedas y arroyos. En la tela de araña de nuestras arterias quedan ecos del fogonazo que pudimos haber sido, lo que es miseria lo recordamos como alimento y al futuro lo llamamos abandono. Hemos perdido hasta el concepto de la pérdida. Nos deslumbra el brillo del pantano y sus miasmas. Nos limitamos a soñar en horas sin riesgo. Caemos en el olvido y su herida abierta. Tenemos miedo de lo que fuimos y su fantasma. Al alba acuden las navajas de la impotencia y el deseo. Con este adobe levantamos hogares sin lumbre. En estos jergones acomodamos nuestra saliva. En esta oscuridad pretendemos no ser ciegos. Ahí arriba se ríen de nuestro derrumbe. En sus salones las llamas siempre se avivan. En sus miradas siempre rezuma el desprecio.
4.
Somos de una tierra antigua como la mordedura del cielo, pero nos esforzamos en vivir en balsas a la deriva. Hay una medalla de la URSS en Venus pero ahora el patrón es un algoritmo, y la burguesía un sueño húmedo para cobardes. Que baje la niebla para cubrir las cunetas ateridas. Hacia atrás se dirigen las preguntas, donde las certezas son más sólidas. Las cloacas siempre serán inevitables, porque siempre serán necesarias: es su curso de miasma lo que ahoga las voces. En estos días de aluminio gastado, de palabras abiertas de piernas a cambio de monedas con moho; de penas en bucle y lanzazos como alientos últimos donde baila un parpadeo de balas; en este tiempo los dientes son el puente erosionado bajo el que cobijar las vergüenzas. El lumpen se caga en la escuela de Ferrer y Guardia a cambio de los restos del banquete. No ofreceremos más nudillos para que sigáis tragando priva. Hemos manchado de café las agendas, es lo más parecido a una cicatriz de bala que recuerde quiénes hemos sido. Es la hora del pan prieto y las manos aferradas a la carne de la tierra. No es momento de vuelos sin rumbo. Tocaremos la misma canción en bucle constante, perderemos la pasión pero ganaremos el cielo. Hay una medalla de la URSS en Venus. Hay una medalla de la URSS en Venus. Desde el quince eme todo es una eme. Todos los hombres violan en potencia. Guerras, putas y clases siempre las ha habido. Esto es lo que hay: el pez grande se come al chico, El Pais y sus lacayos romantizando la pobreza, Corrales bici y otros feudos de lo sentido sobre la materia; cincuenta por ciento de paro pero necesitamos más emigrantes muertos en el estrecho para el ejército de reserva de los desempleados que justifique el dinero en Suiza. La revolución era Loreta segregada y empobrecida escondiendo el pene por las esquinas donde se vende. Todo ha cambiado, pero no ha cambiado nada. Hay una medalla de la URSS en Venus, hay certezas todavía pero no las vemos. Estamos solos y nada tiene sentido entre las estrellas salvo esta voluntad de virus tan odiosa. El mundo está lleno de hijos de puta poniendo puertas al campo escopeta en mano. Qué fácil es ser el más malote del barrio cuando tus vecinos te pagan el hospital. Todo está en Verhoeven. Todo está en Verhoeven, sí, pero hay una medalla de la URSS en Venus. Hay una medalla de la URSS en Venus.
5.
Constantemente en la radial de fumigación atronadora, decenas de coches densos como grasa zumban mil por minuto, sobre los límites de velocidad permitidos en cualquier anatomía, anatomía nacida y nutrida de gases negros como almas de oligarca; partiendo el territorio su serpiente circular de hastíos, yendo en tropiezo eterno a vender malamente su fuerza de trabajo por un sueldo obligado en su vergüenza, por un sueldo de mierda, acelerando sin norte por la radial en contra de todas las bocas. Al lado de esa arteria de la miseria vestida de luces metálicas, al lado de todo esto dicen, dicen que hay una plaga… de conejos. Vidas atascadas para producir cosas que no necesitamos, como cuchillos sin pan y labios sin futuro, sin sombra, se desesperan en celdas con aire acondicionado y lector USB. Una fotocopia de una fotocopia de una fotocopia. Decenas de miles de vidas subsumidas a cada instante en interés de minorías podridas en cuerpo y alma pero con paraísos de compra y venta y banderas de recambio en el todo a cien, matando y esquilmando el planeta, su tuétano y sus albas... Al lado de todo esto dicen, dicen que hay una plaga… de conejos, y por eso hay que matarlos, porque el descaste lo decide el más cruel, el que hace de la lepra su herencia y su legado.
6.
Lista de espera para el colegio, lista de espera para el piso, lista de espera para el quirófano, lista de espera, siempre esperando. Nuestros padres en la residencia, nuestros hijos en la guardería, nosotros en el trabajo. Nosotros muriendo en el trabajo. La comida escasea como nunca en tiempos de cocineros con pinzas posando bajo los focos. La vida es una carrera en nuestras cabezas intentado escapar de un laberinto bancario, ciclópeo, omnipresente, omnipotente. Los días se acortan y la luz se apaga como el dinero a final de mes. Ni la luz del día es fiable bajo la posibilidad del impago. El calor de los hogares se pierde en el ocaso cuando los números se ponen al rojo vivo. Lista de espera para el colegio, lista de espera para el piso, lista de espera para el quirófano, lista de espera, siempre esperando. Nuestros padres en la residencia, nuestros hijos en la guardería, nosotros en el trabajo. Nosotros muriendo en el trabajo. Pensábamos que el genio de la lámpara era una fantasía del deseo inmediato y sin columnas, hasta que llegó a nuestras puertas un enjambre de drones de Amazon acuciado por el consumo de impulsos y devorando la carroña de nuestra deriva. En España siempre han sobrado 26 millones de personas, pero no las fusilarán porque su miseria es necesaria. Sin ellas la tasa de ganancia se derrumba. Las rutinas de un ejército de termitas como palíndromo roto de paraíso fiscal siempre al otro extremo. Lista de espera para el colegio, lista de espera para el piso, lista de espera para el quirófano, lista de espera, siempre esperando. Nuestros padres en la residencia, nuestros hijos en la guardería, nosotros en el trabajo. Nosotros muriendo en el trabajo. Nuestros genes nos condenan al olvido en forma de piedra inevitable. Vivimos nadando en plomo frío que hipoteca nuestras moléculas. Se cayó Google pero no nos dimos cuenta porque estábamos en el campo. Se cayeron los trepas arribistas del carro cuando los votos comenzaron a fallar: la hemeroteca es el mejor insulto, como un espejo perfecto. Mientras, el resto quemamos los días en la Lista de espera para el colegio, lista de espera para el piso, lista de espera para el quirófano, lista de espera, siempre esperando. Nuestros padres en la residencia, nuestros hijos en la guardería, nosotros en el trabajo. Nosotros muriendo en el trabajo.

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released December 25, 2020

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David San Martín Madrid, Spain

Pongo bases a cosas que escribo y que a lo mejor son poesías. Lo hago a toda leche y sin cuidado, porque mi poesía (?) es punk.
Le robo ideas a Natalia y su mala uva.
Tiro de soundtrap y looplabs.
En mi ansia por pasar a otra cosa no corrijo lo suficiente.
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